martes, 8 de enero de 2013

"La ciudad de los prodigios" y "La conjura de Cortés"

En estas novelas, autores prolíficos demuestran poseer conocimientos de ingeniería del terreno y geología.



En "La ciudad de los prodigios", de Eduardo Mendoza (1943) y publicada por primera vez en el año 1986, se exponen hechos acontecidos en Barcelona a finales del siglo XIX y principios del XX, algunos de ellos relacionados con la construcción de los edificios que iban a formar parte de la Exposición Universal del año 1988. Curiosamente, en nada se diferencian de sucesos que actualmente estamos viviendo.

Así, durante un período invernal aconteció una fuerte nevada en la ciudad y el autor nos relata sus consecuencias en estructuras, así como su peligrosidad: "Con el deshielo se formaron charcos extensos, molestos y sobre todo peligrosos, porque  podían provocar y de hecho provocaron leves corrimientos de tierra que hicieron que algunos edificios, al asentarse, se agrietaran más de lo oportuno. Hubo también un pequeño derrumbamiento y un ayudante de albañil quedó sepultado bajo una montaña de cascotes y perdió la vida".





En la reciente novela de Matilde Asensi, "La conjura de Cortés", y fiel a su inagotable y desbordante imaginación, esta vez relata aventuras en plena selva centroamericana.

En una de ellas, los protagonistas se adentran bajo tierra hasta alcanzar una gruta en la que: "De uno de los muros, el que quedaba a nuestra diestra, saltaba con pujanza desde media altura un recio chorro de agua que caía hasta el cauce. Luego, al llegar al muro frontero, el agua se precipitaba por un albañal hacia alguna otra oscura profundidad. Por más, debía existir cierta pendiente en el fondo que avivaba el raudo discurrir de las aguas que observábamos".

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