Dicho fenómeno, desolador e incómodo a nivel del suelo, es a todas luces espléndido y de extrema belleza si se observa por encima de su superficie.
Desde el Prepirineo, uno cree atisbar un silencioso océano de nubes. A lo lejos, cual islotes, entre olas de niebla que avanzan perezosamente, emergen algunas cimas y cumbres, sin duda grandes privilegiadas de piedra que contemplan esta maravilla.