sábado, 12 de mayo de 2012

Reliquias arquitectónicas de un pueblo íbero en Cala Castell

Al norte de Palamós, y siguiendo la línea de costa, se sucede una cala detrás de otra hasta alcanzar la Cala Castell. En el margen oriental de ésta, y surgiendo del mar, se alza una pequeña península de unos 35 metros de altura. Sobre dicha elevación, y en el istmo que la une al continente, se halla un yacimiento arqueológico atribuido a un enclave íbero que fue declarado como bien de interés cultural en el año 1996.
Margen oriental de Cala Castell. Sobre la peña se asienta el poblado íbero

En primer término, y encima del istmo, aparece la ubicación del poblado íbero y,
detrás, una sucesión de calas (Cala Castell, s'Alguer i la Fosca)

Detalle general del yacimiento arqueológico sobre el istmo

El asentamiento evolucionó en diversas fases. Hacia el siglo VIaC, es decir en la edad de hierro, se estableció un pequeño núcleo que disponía de cisternas para la recogida de agua de lluvia y silos para el almacenamiento de grano.


El máximo esplendor del poblado ocurrió entre los siglos IV y IIIaC, cuando el recinto fue fortificado con murallas. Dos torres cuadradas reforzaban la entrada. Para conseguir más espacio, en las laderas de la peña se constituyeron terrazas que fueron reforzadas con muros de contención de técnica cercana a la ciclópea.


En la parte más elevada del poblado se han localizado restos atribuidos a un posible templo. En la parte baja, otros restos indican la posible existencia de una plaza porticada. En el yacimiento destaca también la conservación de habitaciones y de una trama urbana.


Base de columnas en la parte baja del poblado
Escalera de piedras


Detalle de la restauración de un muro de contención del poblado

El asentamiento tuvo un abandono progresivo hasta el siglo I dC, ya en época romana. Desde el punto de vista paisajista, no cabe duda que la elección del emplazamiento fue todo un acierto. Las fotos de abajo así lo cercioran.




sábado, 5 de mayo de 2012

Actividad minera en la Vall de Ribes: Mina Zaragoza

A los más inquietos propongo una nueva ruta en el corazón de la Vall de Ribes, que alcanza una mina de finales del siglo XIX, la mina Zaragoza. La travesía parte del pueblo de Queralbs, siguiendo inicialmente el sendero de la GR-11, para luego adentrarse entre riscos de roca caliza y mármol en el valle del Riu de Tosa, en dirección al Coll de les Barraques.


Es una ruta que no presenta dificultad alguna, que en aproximadamente hora y media nos llevará al objetivo. Tan sólo un repecho final de unos 250 metros de desnivel provocará un ostensible incremento de nuestro ritmo cardíaco y pondrá a prueba la resistencia de nuestras piernas. Los más perezosos no tienen excusa, pues una pista en buen estado, procedente de la localidad de Vilamanya, pasa junto a la mina.


No te sorprenda si durante la marcha te cruzas con isards y ardillas, ya que nos adentramos en su hábitat natural. Si en algún momento alzas la vista al cielo quizá puedas contemplar como algunas águilas planean de forma majestuosa por encima del valle aprovechando las corrientes térmicas. En los prados de alta montaña es frecuente toparse con una especie invasora, los topos.


Ampliar para ver los puntos de referencia

Queralbs es un pueblo milenario que ha basado su economía en la actividad ganadera a lo largo de su historia, si bien a principios del siglo XX, durante la revolución industrial, se centró en la minería del hierro. De hecho, en los alrededores abundan restos de esta actividad.

El Torreneules (2.713 metros) domina la panorámica desde Queralbs

Valle del Riu de Tosa, que serpentea entre grandes riscos rocosos
y nos acerca a la mina

La explotación de la mina Zaragoza se inició en el año 1894, siendo el mineral extraído la pirita arsenical con filones de plomo con plata. Los antiguos explotadores desconocían la presencia de oro en el yacimiento. Las galerías se adentran hasta 435 metros en el interior de la montaña.


Desde el punto de vista geológico nos situamos en la zona axial del Pirineo Oriental. La explotación en cuestión aprovechaba una mineralización asociada al contacto, por medio de una falla, de mármol, dolomías y esquistos.


Boca de la Mina Zaragoza

Interior de la mina

El traslado del mineral era toda una proeza de la ingeniería. Un aéreo descendía el mineral desde la mina hasta el fondo del valle, donde una vía de vagonetas tiradas por mulas lo trasladaba hasta Queralbs. Desde aquí otro aéreo lo bajaba hasta el Freser, y aquí se cargaba en una vía de vapor.


Este punto, situado junto al río, corresponde a la fotografía anterior de 1904,
donde era descargado el mineral de un primer aéreo procedente de la mina

Fragmento de roca de los alrededores con mineral ferruginoso

El regreso a Queralbs puede efectuarse sin complicación alguna siguiendo la senda de la GR-11, la cual parte de la Font de l'Home Mort, cercana a la mina. Abajo, una muestra de afloramientos de los alrededores, donde unos estratos de mármol aparecen plegados.